Desde el inicio de los tiempos, se ha tratado de definir la belleza
según parámetros variables. Ahora bien, ésta podría
calcularse científicamente usando la proporción áurea, que se observa en
diversos fenómenos hermosos que ocurren de manera natural. La proporción áurea
es una famosa relación matemática representada con la letra griega phi y cuyo valor es 1,618.
Si este número está directamente relacionado con
los acontecimientos bellos que se encuentran en la naturaleza, bien podría
asociarse a los seres humanos. De hecho, recientemente, se han comenzado a
desarrollar modelos matemáticos que intentan relacionar la belleza humana con
el valor de phi.
Casualmente, las personas consideradas más bellas
como, por ejemplo, Angelina Jolie, entre otras, tienen rostros cuyas cejas,
mentón, ojos, labios, pómulos guardan relación con este número áureo.
Este concepto de proporción es
el que tenemos en cuenta al realizar tratamientos para restaurar la belleza de
un rostro.
Pero al margen de las
proporciones y de las fórmulas matemáticas, cada mujer tiene algo que la hace
única y especial, un toque distintivo y propio, que no habría que intentar ni
buscar modificar.
Los tratamientos propuestos
son para potenciar la belleza y que la mujer esté radiante sin renunciar o
modificar aquello que la caracteriza.
En síntesis, la belleza
tiene muchas formas de expresarse y mostrarse, y nosotros vamos en la búsqueda
de lo que a cada mujer la hace única.
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