Lograr una belleza perdurable depende de la
incorporación de hábitos saludables. Es fundamental una alimentación
balanceada.
Con especial incidencia en el mundo occidental, los “nutricosméticos”
son sustancias comestibles que prometen beneficios para que la piel luzca sana
y radiante, retrasar el envejecimiento de las células y hasta ayudar a
conseguir un bronceado perfecto.
Los complementos en forma de cápsulas o comprimidos se han usado desde
hace mucho tiempo, pero no reemplazan las rutinas de cuidados diarios, con
cosméticos o medicamentos, sino que pueden complementarlas.
Además, la mayoría de los principios activos presentes en estos
complementos se encuentran en frutas, verduras o cereales, de manera que es
discutible el beneficio de agregarlos a la dieta cuando ésta es completa,
variada y suficiente, y está acompañada de una ingesta adecuada de líquidos.
Es decir, la dieta es mejor que los suplementos. Además, hay que tener
en cuenta que algunos de venta libre contienen concentraciones insuficientes y,
por lo tanto, no son efectivos. Es conveniente ingerirlos por períodos cortos y
bajo supervisión médica.
La convergencia de cosméticos y alimentos, llamados nutricosméticos se
refiere a la suplementación por vía oral de nutrientes, con la idea de generar
efectos antiage (antienvejecimiento), reducir arrugas a través de la
disminución de radicales libres inducidos por la radiación solar.
Los nutricosméticos contienen
antioxidantes como carotenoides (betacaroteno, licopeno, luteína, xantinas) y
polifenoles.
Los carotenoides son una clase de pigmentos liposolubles que se encuentran en frutas y
hortalizas. Participan en el sistema antioxidante del organismo interfiriendo
en las reacciones en cadena de la peroxidación lipídica. También intervienen a
favor de la síntesis de melanina y actúan como filtro natural de la radiación
ultravioleta.
Los suplementos de betacaroteno
se emplean como fotoprotectores de la piel. El betacaroteno abunda en frutas y
hortalizas de color anaranjado, bayas rojas y vegetales de color verde oscuro.
Deben tomarse durante un período largo, pues su efectividad se ha demostrado en
estudios de 8 a 12 semanas de duración.
El extracto de tomate, además de ser rico en licopeno, presenta otras sustancias antioxidantes como los
antocianos y la vitamina E, que potencian y refuerzan su acción. La
suplementación de la dieta con pasta de tomate y productos elaborados
principalmente con el extracto natural del tomate disminuye los daños
producidos en el ADN celular que pudieran provocar los rayos ultravioletas.
Los compuestos polifenólicos
tienen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, cualidad que los
perfila como la alternativa indicada para retrasar los procesos de
envejecimiento.
Es importante señalar que no todos los polifenoles son biodisponibles y
seguros para el ser humano, sino que influye enormemente el tratamiento
culinario, la manipulación y el grado de madurez del sustrato.
El consumo habitual de productos que contengan isoflavonas de soja tiene el potencial de prevenir la sequedad de
la piel y de retrasar la aparición de arrugas. Además, intervienen en la
disminución de estrógenos de la menopausia frenando.
El extracto de té
verde es rico en catequinas monoméricas que modulan
los caminos bioquímicos involucrados en la respuesta inflamatoria y la
proliferación celular. Es efectivo para evitar el
daño celular producido en la piel humana por los rayos ultravioletas. Sin
embargo, no se ha determinado la dosis necesaria para observar mejoras en el
fotorrejuvenecimiento clínicamente cuantificables. Ingerido por vía oral, mejora
la elasticidad de los tejidos en mujeres con fotoenvejecimiento moderado.
Los
extractos ricos en proantocianidinas poseen efectos benéficos en la circulación venosa. Son
compuestos que se pueden encontrar, principalmente, en bayas silvestres, vino tinto,
uvas y manzanas, entre otros.
El
extracto de espinacas tiene las mismas propiedades
del té verde, pero potenciadas. Además, suma las de la vitamina E.
La suplementación alimenticia con dosis
moderadamente elevadas de vitaminas C y
E ejerce un papel fotoprotector en la piel. Los cítricos, las frutas y
bayas rojas y algunas especies tropicales como caqui, kiwi o mango son ricas en
vitamina C. Los aceites vegetales, frutos secos, germen de trigo y verduras de
hoja verde lo son en vitamina E.
Estas sustancias antioxidantes actúan una vez que
la radiación ultravioleta ha penetrado en la piel, reaccionado con los
cromóforos presentes para la generación de radicales libres de oxígeno. Así,
las vitaminas C y E luchan contra el daño producido en la elastina y el colágeno,
es decir, para promover la regeneración celular.
La dermatitis suele ser uno de los síntomas en las
deficiencias graves de vitaminas del
grupo B, por lo que es importante realizar un aporte dietético adecuado.
Los
ácidos grasos esenciales son parte integral de las
membranas celulares de la epidermis. Su deficiencia afecta directamente de
manera negativa en la efectividad de la barrera cutánea y tiende a elevar la
pérdida de agua en detrimento de la apariencia de la piel. Están involucrados
en la producción de prostaglandinas, que modulan el balance hormonal, el tono
vascular y la inflamación. La composición de la grasa de la piel está
influenciada por el tipo de grasas que se ingieren. Puede haber una relación
inversamente proporcional entre la ingesta de grasa y el fotoenvejecimiento,
así como entre la grasa monoinsaturada y el fotoenvejecimiento.
Los ácidos
poliinsaturados de cadena larga Omega 3 de aceites de pescado azul, como el
ácido eicosapentaenoico, protegen frente al eritema solar ya que disminuyen la
producción de prostaglandina E2.
En cuanto a los minerales,
el selenio actúa
sinérgicamente junto con la vitamina E en los sistemas biológicos
antioxidantes. El zinc es un elemento esencial de la enzima antioxidante
superóxido dismutasa y participa en los procesos de renovación celular. El zinc está involucrado en la funcionalidad de
las glándulas sebáceas, la activación hormonal, la formación de las proteínas
portadoras de vitamina A, la regeneración tisular y el control de los procesos
inflamatorios. Parece evidente que para conseguir una piel saludable la ingesta
de zinc debe ser correcta.
Dra. Adriana Raimondi, médica dermatóloga, miembro de la Sociedad
Argentina de Dermatología y de la Academia Americana de Dermatología.